Theo Jansen Strandbeest.Photo by Loek van der Klis

EL TUBO AMARILLO

El tubo amarillo es típicamente Holandés. En Alemania hay tubos grises, en Estados Unidos los hacen de metal. Cada país tiene su tipo específico de tubos. Desde 1947 la ley holandesa regula el uso de este tubo amarillo como conducción para el cableado eléctrico de las casas.

A finales de los años 40 los aislantes eléctricos no eran seguros, así que se decidió que las instalaciones eléctricas tenían que ser sustituidas. Fue entonces cuando se introdujo el uso generalizado del tubo de plástico. A lo largo de los últimos años se han producido alrededor de seis millones de kilómetros, y ésta es una estimación moderada. Este proceso cambió el paisaje urbano de los Países Bajos. Se puede encontrar este material en los contenedores de escombros o atado a las bacas de las furgonetas de reparto. En la década de los 80 los fabricantes cambiaron el color de los tubos por el amarillo, color en el que se siguen realizando en la actualidad.

Usé este material por primera vez en 1979 para hacer un platillo volador que sobrevoló Delft y que casi provocó disturbios. Originalmente los tubos eran blancos. Los famosos hula-hoops se realizaban de este material en los años 60. Eran también populares entre los niños como cañones para disparar dardos de papel. Ese fue mi primer encuentro con los tubos. Era un experto en colar dardos por las ventanas. Se podían escribir mensajes en ellos. No es que yo los escribiese, pero se podía. Podías escribir "te quiero" y colar el dardo en la habitación de la chica. La mera posibilidad de esta entrega postal aérea me fascinaba.

La exposición al sol y la lluvia devuelve a los tubos su blanco original de los años 60. Con el tiempo se asemejan cada vez más al hueso. En la playa de las osamentas, en mi laboratorio de Ypenburg, cerca de Hague, se pueden contemplar los fósiles de especies extintas blanqueados al sol. Su edad puede ser calculada por su color.

Los tubos de plástico cuestan 10 céntimos de euro el metro, lo cual significa que un animal grande (de diez metros de largo, cuatro metros de ancho y cuatro de alto) cuesta sobre 100 euros. El primer obstáculo en el camino de la vida artificial fue el de conectar los tubos ¿cómo unirlos? Empecé cosiendo las piezas y pegándolas con cinta adhesiva.

LOS BENEFICIOS DE LAS RESTRICCIONES

Dios fue muy restrictivo con los materiales usados para la creación. Sólo usó proteínas. La naturaleza tal como la conocemos consiste en cadenas de proteínas. Las proteínas constituyen la materia prima de la piel, los ojos, los pulmones. La proteína es un material multiuso. Así son también los tubos. Son flexibles, pero suficientemente rígidos si se usan en estructuras triangulares. Se puede hacer circular pistones a través de los tubos o almacenar aire dentro de ellos. Descubrí el amplio abanico de usos de los tubos después de muchas peregrinaciones al territorio de lo posible. Las limitaciones del material me forzaron a buscar vías de escape que no resultasen lógicas ni obvias. Seguí las estrategias opuestas a las que hubiese seguido un ingeniero.

Si encargásemos a los ingenieros de un centro tecnológico la construcción de un aparato que se moviese por sí mismo a lo largo de una playa ¿qué harían? En tres meses habrían construido un aparato robótico de acero inoxidable provisto de sensores, cámaras y células sensibles. Dispositivos que habrían sido pensados y luego realizados. Así trabajan los ingenieros. Primero tienen ideas y luego las ejecutan. Primero estudian detenidamente los libros y luego abren todos sus cajones y sacan de ellos lo que necesitan. Es un método de trabajo que consigue resultados rápidos y fiables. Es previsible que todos estos dispositivos creados por ingenieros se parezcan. Esto es porque las mentes funcionan de forma similar. Pensamos que tenemos cerebros excepcionales, y por supuesto los tenemos, pero son sorprendentemente parecidos en muchos sentidos. Todo lo que pensamos puede ser pensado de la misma forma por alguien más. Las verdaderas ideas, como muestra la evolución, se producen por pura casualidad. La idea de los animales de la playa fue accidental. Vino después de haber estado enredando por un tiempo con tubos de plástico. Fueron los propios animales los que se dejaron hacer y los tubos de plástico me mostraron cómo.

Curiosamente, cuando más restricciones hay, más probable es que la casualidad juegue algún papel. Las restricciones financieras, por ejemplo, pueden significar que los cajones permanezcan cerrados. Esto provoca la búsqueda de otras vías. Durante esta búsqueda surgen automáticamente nuevas ideas, ideas que con frecuencia son mejores que las iniciales. De nuevo las limitaciones que imponen los tubos de plástico obligan a buscar las soluciones menos obvias.

Toda esta búsqueda y juegos lleva más tiempo que la técnica de trabajo de los ingenieros. El método de trabajo de los ingenieros es comparable con una autopista. Te lleva donde quieres ir rápidamente y todo el mundo circula en la misma dirección. En el método del artista la dirección no está decidida. Aparcas el coche en el arcén y saltas, machete en mano, a abrirte camino entre la maleza. Posiblemente nunca llegues al destino, en el estricto sentido de la palabra, pero seguramente llegarás a lugares donde nadie había estado jamás.

Describo la situación en blanco y negro. Sé por la práctica que hay muchos ingenieros que saltan con el machete en la mano algunas veces y artistas que eligen el camino del tráfico. Lo que es útil del método artístico es que no tienes que idear o inventar nada. El material lo hace por ti. Fueron los tubos los que pusieron la idea de una naturaleza nueva en mi cabeza. No una naturaleza de proteínas como la que conocemos, sino una de tubos amarillos, o en vez de tubos de bolsas de té o de espagueti.